jueves, 6 de agosto de 2009

Allison Stokke y el asunto de la belleza en el mundo del deporte

La belleza y el mundo del deporte han sido desde hace tiempo dos mundos que generalmente van paralelos, especialmente en el caso del fútbol que convierte a sus héroes, al menos en nuestro pais, en auténticas estrellas mediáticas. El deporte femenino entra totalmente en éste fenómeno, y no es nada extraño el ver ejemplos como el de Anna Kournikova, deportista a mitad de camino entre la pista y las pasarelas. Ésta simbiosis ha hecho ricos y famosos a muchos, pero también ha traido desgracias a otros. Es el caso de Allison Stokke.

El peligro de practicar una disciplina deportiva es que se expone uno a recibir un mínimo de repercusión mediática, no siempre deseada. Todos, hombres y mujeres, hemos admirado alguna vez la belleza de algún deportista, cuando quizás esa persona no desea ser admirada. Una carrera deportiva, cuando se intenta llevar a lo más alto, necesita de un acopio de talento, esfuerzo y fuerza de voluntad que no todo el mundo posee, ni está dispuesto a hacer. La historia del deporte está llena de casos admirables de superación, sacrificio y entrega para llevar el cuerpo a su límite y lograr lo que nadie ha logrado antes. Pero ¿que ocurre cuando es ésto lo que menos se valora?

Allison Stokke es una pertiguista norteamericana. Nacida en 1989, ha sido campeona de california en varias ediciones en distintas categorías, es coleccionista de varias plusmarcas nacionales en su disciplina, y los expertos auguran un brillante futuro para ella. A sus estupendas facultades (físicas y mentales) como atleta se ha unido una cualidad que no está precisamente ayudándola: la belleza.

Con un cuerpo espectacular y unos rasgos faciales que la hacen bastante atractiva, Stokke ha visto como su aspecto físico se ha impuesto a su trabajo en lo que a su imagen pública se refiere. Su foto comenzó a distribuirse por internet, ese arma tan peligrosa a la que casi todo el mundo tiene acceso hoy en día, y la muchacha se convirtió, de la noche a la mañana, en un fenómeno de masas. La noticia salió publicada en el Washington Post, que dedicó un artículo al naciente fenómeno de internet, y provocó sin desearlo un efecto viral, haciendo que la bola de nieve se transformase. De un día para otro, Allison la deportista desapareció fagocitada bajo la imagen de poco más que una chica sexy. Blogs con miles de visitas, videos en youtube, hilos en foros y hasta un dominio de internet registrado con su nombre (hoy muerto) inundaron la red. Su nombre aparecía en el sexto lugar de las búsquedas más populares en google, la presencia de fotógrafos en sus competiciones se duplicaba y la gente comenzaba a reconocerla por la calle. La chica que no quería ser famosa, al menos por su aspecto, se encontró de la noche a la mañana con miles de usuarios de internet que en el mejor de los casos tan sólo vertían una opinión no muy irrespetuosa hacia ella, con su cuenta de myspace inundada de comentarios y con un supuesto club de fans no oficial en la red.

Ésto lógicamente causó graves trastornos a la deportista, que además se encontraba en plena recuperación de una lesión de rodilla. La joven tuvo que comenzar a vigilar sus salidas de casa, temerosa de que algún "fan" llevase al extremo su admiración, y acostumbrarse a levantar revoloteo a su alrededor en todas las competiciones.

¿Hasta qué punto es lícito llevar la admiración hacia otra persona? Lo lógico en mi opinión es admirar las cualidades merecedoras de ello en cada uno, y hacerlo como mucho hasta el punto antes en que ello suponga un trastorno para la persona en cuestión. No creo sinceramente que haya ningún problema en admirar la (evidente) belleza de Allison Stokke, pero cuando se admira algo que ella no desea que lo sea, o cuando se va más allá de ese punto en el que se afecta a la vida de la persona en cuestión, se está traspasando una línea más definida de lo que parece y de la que el retorno no es fácil. En el caso de Allison Stokke, el daño ya está hecho, perdurará siempre, y la culpa debe recaer en una sociedad y una cultura que sube a los altares el culto a la belleza y la creación (siempre económicamente interesada) de héroes.

Ojalá veamos a ésta deportista ajustar cuentas con el mundo con la pértiga en la mano.



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