sábado, 21 de julio de 2007

palos para todos

La noticia saltaba esta tarde, aproximadamente a las 15:00. La redacción de la revista satírica "El Jueves" recibía una llamada telefónica. El Juez Del Olmo ordenaba, a instancias de la audiencia nacional, retirar todos los números de la revista que aun quedasen en los kioscos, dos días después de haber salido a la venta. El motivo, un presunto delito de injurias a la corona. La portada muestra las caricaturas de los príncipes de Asturias en pleno acto sexual, y el diálogo hace referencia a la nueva medida aprobada por el gobierno, gracias a la cual el nacimiento de un niño será premiado con una ayuda de 2500€.



La noticia comienza a correr como la pólvora, y son muchos los medios de comunicación que se hacen eco de la misma. El País, El Mundo, 20 Minutos, la Cadena Cope, El ABC, siempre fiel a su línea, el diario La Razón o libertad digital con su particular visión de los hechos, entre otros. La situación no pasa desapercibida para nadie. Todos los medios andan rápidos, y en seguida aparecen por todas partes las declaraciones del editor del semanario satírico, Jose Luis Martín, que entre la perplejidad ante la situación y el sentido del humor marca de la casa, anuncia que la revista contraatacará con la portada de la próxima semana. En El Mundo, los más listos de la clase a mediados de la tarde ya tienen al dibujante de la caricatura de la discordia, Guillermo (a la sazón dibujante también del propio diario), sentando frente a un teclado para responder a las preguntas de los cibernautas, en lo que se acabará convirtiendo en un auténtico tour de force cómico a base de respuestas de esas de las que no dicen nada pero lo cuentan todo. La siguiente en reaccionar es la casa real, que haciendo gala de su habilidad, demuestran porqué son los reyes (me tenéis que permitir éste chiste malo) en el arte de ser políticamente correctos, y se desmarcan de la situación con un sencillo comunicado en el que tan sólo anuncian que ellos no han tenido nada que ver con la decisión judicial. El siguiente paso de la ley es ordenar la clausura del sitio web de "el jueves", que se queda reducido a tan sólo un escueto comunicado de su redacción explicando la situación, y una imagen con la portada de la discordia.

En ésto reaccionan las nuevas tecnologías, y la noticia se difunde como la pólvora por internet a través de foros y chats. La gente empieza a discutir sobre el tema y muchos empiezan a acercarse a los kioscos más cercanos para intentar cazar algún ejemplar perdido de la revista de la discordia. Tal y como deseaba el editor de la publicación, los lectores son más rápidos que las fuerzas de la ley y el orden, y los ejemplares de la revista desaparecen de los kioscos en manos de lectores (tanto habituales como no), cuando no son guardados por algún avispado kiosquero. El Jueves se vuelve escurridizo y difícil de encontrar. En pocas horas, el que tiene un ejemplar del famoso numero del secuestro tiene un tesoro, y ya a las 17:00 aparece a la venta el primero de los ejemplares en ebay, cuyo precio se quintuplica en apenas 6 horas (y subiendo). El debate está establecido.

En poco tiempo aparece sobre la mesa el tema sobre las famosas caricaturas de Mahoma, que a diferencia de ésta polémica se cobraron vidas humanas. El debate se centra sobre la conveniencia de la decisión del juez. La ley tipifica claramente las injurias contra el rey y la familia real como delito (código penal, Título XXI capitulo 2, artículos 490 y 491). Ahora bien, ¿se puede considerar injuria la situación que nos ocupa?. Evidentemente, ésta consideración está sujeta a interpretaciones, labor que por otra parte corresponde a los jueces. Pero ésto siempre conlleva otras preguntas. ¿Porque ahora? ¿porque en éste caso?. Yo mismo recuerdo una viñeta, en la época de noviazgo de los protagonistas de la situación, en la que aparecía el príncipe en una sesión de onanismo puro y duro mientras veía el telediario de la primera. La situación seguramente será igual de punible, de serlo ésta. Llegamos por lógica a la conclusión de que ésta circunstancia se suele dar habitualmente en el contexto de la revista, pero que las reacciones son distintas según el momento, probablemente influenciado por la situación política imperante. Dicho de otra manera, nunca nos podremos poner de acuerdo sobre lo que es injuria y lo que no. ¿Que es lo que falla, entonces? La ley reconoce la obligación del poder judicial de defender a la corona de injurias y calumnias. Por otro lado, todos los miembros de la familia real son ciudadanos de pleno derecho del Estado Español. La constitución explica con total claridad los dos siguientes factores de la ecuación:
1- El texto constitutivo está siempre por encima de la ciudadanía (Título preliminar; Artículo 9; punto 1)
2- Se establece la absoluta igualdad entre los ciudadanos del estado, sin ningún tipo de distinción (Título I; Capitulo II; Articulo 14).
Aquí encontramos el verdadero dilema. Yo mismo como ciudadano, al igual que los miembros de la realeza, tengo el derecho de defenderme contra aquellas manifestaciones que considere calumniosas o injuriosas contra mi persona a través de una querella. Es decir, si en vez de Felipón y la Leti, en esa portada hubiésemos aparecido mi santa y bendita novia y yo, la ley hubiera tenido que valorar de nuevo hasta que punto esas representaciones son injuriosas y fallar en consecuencia a su decisión. El mismo camino está a disposición de los afectados. Ahora bien, yo me pregunto: ¿No es cierto que la potestad del poder judicial de actuar de oficio en nombre de la realeza distingue entre éstos y mi paciente compañera y yo?. ¿no es éste apartado del código el que ha provocado que la reacción no se haya quedado en una simple compensación de tipo económico, sino que haya llegado hasta el punto de requisar una publicación con una tirada de 70.000 ejemplares semanales, produciendo unas pérdidas económicas a los responsables de la misma y movilizando a un cuerpo de seguridad?. ¿No se da entonces la circunstancia de que constitución y código penal se contradicen? Últimamente se ha hablado con frecuencia y asiduidad de la necesidad de una reforma constitucional, y quizá sea éste uno de los puntos a debatir entre todos. De momento, me vais a permitir no mojarme y dejar abierto el debate. Cada cual que exponga y escuche con respeto.

Por otro lado, la discusión sobre qué puede ser considerado injuria y qué no no sólo da pie al debate anterior, sino que se desdobla a su vez en otro aún mas antiguo, que existe desde que el ser humano se comunicó con otro ser humano por primera vez: el de los límites de la libertad de expresión. Un concepto tan antiguo como el hombre, y probablemente utópico en su definición. Todos conocemos el concepto, amplio y absoluto, pero sin embargo siempre nos lo encontramos limitado, y ahí vienen las complicaciones. ¿Son necesarios los límites? ¿Cuáles son? La libertad de expresión nació con el fenómeno de la comunicación, y a su vez con ella nació el poder sobre los demás. Durante milenios la humanidad la ha utilizado (y quizá, corrompido) en su propio bien, según el bando. Los poderosos la utilizaban para someter a los débiles, y los débiles para socavar la posición de los poderosos. Según el lado del tablero, la percepción sobre la necesidad de limitarla y de qué manera varía, y estoy por apostar que nunca ha habido ser humano que haya permitido a otro la misma que él mismo exigía para si. La hemos utilizado hasta para negarla. Y el problema es que no sólo hemos establecido vallas legales. Muchas veces dejamos su limitación en manos de aspectos culturales, ya sea el sentido común, la moral o la ética, parámetros que varían según la cultura, la época y la persona. Para muestra, un botón. Tintín, el famoso personaje de comic (que seguramente todos habremos leído alguna vez) y su paso por la Inglaterra actual. Y la cuestión es: ¿Alguna vez ha sabido el ser humano aprovechar el concepto de libertad de expresión, o somos por contra seres lo suficientemente poco evolucionados como para no ser capaces de asimilarlo? Mi deseo es lo primero. Mi temor, lo segundo.

Al final de toda esta historia, me temo que todo volverá a su cauce. Seguiremos oyendo a los políticos en insulsos debates sobre la necesidad o no de reformar la constitución. los teletubbies volverán a ser prohibidos en algún otro país por incitar a la homosexualidad mientras los críos podrán seguir viendo "Aquí hay tomate" a primera hora de la tarde e imágenes de guerra y muerte en el telediario de la hora de la cena. El príncipe y la princesa seguirán practicando ese sano y entretenido deporte de la portada de la discordia, se quede ella embarazada de nuevo o no, y aunque no les den los 2500€. Y en el jueves seguirán saliendo de manera habitual, con su inseparable Pascual. Ellos, acostumbrados siempre a repartir palos para todos, se han visto de repente en el lugar de los que reciben. Ahora bien, de una cosa no me queda ninguna duda. Los chicos de El Jueves" se van a forrar con el próximo número, a la venta el miércoles. Desde luego, no hay mal que por bien no venga.

Un saludo guapetes

2 comentarios:

Jal dijo...

Hay cosas que, al final, siguen como al principio por mucho que los cerdos se vistan de seda. PUTA CENSURA (que me lo digan a mí).
Parafraseando a S.A., "tijera contra papel, piedra contra tijera".

SALUD

danielakis dijo...

Viene al dedillo que mientes a S.A., porque casi coincidiendo en fechas con el secuestro del jueves ellos fueron absueltos por enésima vez de una demanda por apología del terrorismo. Censurarles no han podido, pero el daño desde luego ya está hecho.